martes, 21 de junio de 2011

Introducción

El caudillismo es un fenómeno social surgido en el siglo XIX en hispanoamérica el cual tenía como objetivo la toma de poder político mediante el uso de la fuerza y por un interés más personal que por el bien del país; por lo tanto estos caudillos legaban a tomar el poder mediante engaños hacia el pueblo.

En 1823 se forma el primer congreso constituyente en el Perú, a partir de ello comienza una etapa política de desorden ambición, confusión  y guerras internas. Las guerras de independencia crearon las condiciones para que los militares (generalmente de alto rango) tomaran el poder usando la fuerza y la impotencia. Todo esto genera un grupo de personas diligentes (presidentes) ya que al no existir alguien que dirija la patria, los militares se creyeron indispensables para sacar al Perú adelante tomando las riendas del poder.

Debido a estos caudillos surgieron guerras internas en nuestro país ya que los caudillos se peleaban entre si traicionándose los unos a los otros. El Perú tuvo más de quince presidentes en aproximadamente veinte años.

Características del caudillismo en América Latina

Los caudillos tienden a permanecer en su puesto por un periodo extenso de tiempo. En tanto que se tiende a despreciar el orden legal y mina, domina, domestica o cancela las instituciones de la democracia liberal, construye las condiciones necesarias para su perpetuación en el poder. 

Los caudillos generalmente gobiernan de una manera autocrática, que con frecuencia implica la supresión de la oposición, la creación de partidos y movimientos oficiales y la supresión de otros. 


Los caudillos han evitado generalmente lo que los estadounidenses llamarían normas democráticas de gobierno; en su lugar, ellos tienden a erigir sistemas estatales orgánicos. 

Los caudillos generalmente desarrollan políticas públicas designadas para enriquecerse ellos y a su clientela, a preservar el status que ellos han establecido. Desde el vórtice del poder que ejercen, "hacen el bien" repartiendo de manera discrecional los recursos con los que cuentan. 


Los caudillos tienden a ver poca diferencia entre el dominio público y el privado; ellos operan dentro de una concepción patrimonialista y con frecuencia usan su puesto y el aparato del Gobierno para su ganancia personal. 

Aunque los caudillos pueden gobernar de una manera autoritaria, que es con frecuencia un reflejo de las propias normas y expectativas generales de su propia sociedad, ellos pueden ser no completamente totalitarios. Hay límites más allá de los cuales el líder no iría. Gobernar de una manera tiránica viola el contrato social informal pero plenamente comprendido o "reglas del juego" que gobiernan las relaciones del caudillo con la sociedad política. 


A esta lista habría que agregar que el caudillo tiene la necesidad funcional de atacar a los "enemigos del pueblo", tanto internos como externos. Moviliza a grupos sociales bajo la bandera de la defensa nacional de losa taques del adversario y, pudiendo ser reales, tienden a llevarse al punto de enemigos mortales y chivos expiatorios de los fracasos, originándose estados de exaltación y paranoia colectiva. En América Latina, el enemigo por definición es Estados Unidos.

El caudillismo Militar en el Perú

Representante:

José La Mar Cortázar nació en Ecuador, el 12 de mayo de 1778, sus padres fueron don Marcos La Mar, funcionario español administrador de las Cajas Reales y doña Josefa Cortázar, dama de la aristocracia de Guayaquil.

Cuando ya tenía 30 años, España fue invadida por Francia y el teniente coronel La Mar luchó contra las fuerzas de Napoleón Bonaparte.

Como premio a su valor, La Mar fue enviado como Sub-Inspector del Virreinato del Perú con el grado de Brigadier.
Ya en el Perú, La Mar fue ascendido a Mariscal de Campo y nombrado Gobernador de la Fortaleza del Real Felipe en el Callao.

En 1821, La Mar abandona las fuerzas realistas y se une a las fuerzas independentistas capitaneadas por don José de San Martín.

En 1827 fue elegido el primer presidente constitucional de la República peruana y durante su mandato tuvo que enfrentar un conflicto con la Gran Colombia de Simón Bolívar. Sin embargo, La Mar fue cuestionado en el Perú por haber nacido en Cuenca, que en ese momento formaba parte de la Gran Colombia, y fue derrocado por un golpe de estado dirigido por el General Agustín Gamarra.

Fue apresado y desterrado a Costa Rica, donde falleció el 11 de octubre de 1830.

Caudillismo Militar:

En el Perú los más importantes caudillos fueron mestizos. Precisamente por ser boliviano Alcides 


Arguedas habla del elemento “cholo” como origen del caudillaje. El caudillaje se relaciona, quizá, con las características raciales sobre todo desde el punto de vista sicológico. La imaginación fácil y febril, la impresionabilidad versátil, la tendencia a lo declamatorio, la ausencia de espíritu consecuente y solidario y de visión pragmática de la vida, invívitas en el temperamento criollo, favorecieron a la fugacidad, a la ilusión mesiánica del caudillaje. 


Ayarragaray y Bunge comprenden dentro del caudillaje a las banderías locales o rurales. En el Perú el caudillaje no tuvo ese carácter en la época que estudiamos: fue típicamente militar, cuartelesco. No hubo facciones regionales autónomas ni bandas rurales. Cuando estudiemos, en capítulos posteriores, el papel de las montoneras en nuestra historia política veremos el rol simple, poco diferenciado del bandolerismo que ellas representaron; y cómo o carecen de valor político o se acoplan a los movimientos de cuartel. Y las montoneras fueron más bien costeñas, sobre todo alrededor de la capital. El más fuerte núcleo de nuestra población rural era indígena y no actuó de por sí.

 Quizá hubo un providencial designio en el hecho de que la unidad nacional se conservara incólume entonces. El peligro de la anarquía se redujo, en buena cuenta, al motín de cuartel o la asonada popular que hacía sus veces. A pesar de que no salió mermada la centralización, que subsistía desde la época de la Colonia, el problema de las distancias favoreció a la intranquilidad epidérmica.

La República sigue a la Emancipación, pero no implica, en cambio, una diferencia análoga. Políticamente tiene mayor importancia la capitulación de Ayacucho que la entrada de San Martín en Lima; pero, la capitulación de Ayacucho no ofrece respeto a los sucesos posteriores, la diferencia que hay entre la iniciación de la campaña emancipadora y la vida del Coloniaje. No hay solución de continuidad, pues, entre la Emancipación y la República. El motín de Balconcillo, las intrigas del Congreso Constituyente, las luchas entre Torre Tagle, Riva-Agüero y Bolívar, etc., parecen episodios netamente republicanos. Y con la composición social ocurre algo análogo; dentro de la composición social lo que descuella es un ejército excesivo. Habían ingresado a él hombres jóvenes y ambiciosos, de todas las clases, que se habituaron a aquella vida.
Bolívar no había sido sino un gran caudillo; y a su caudillaje épico dominaron y reemplazaron mediocres caudillajes, como si los héroes de la Ilíada hubiesen luego participado en las discordias y corruptelas de Bizancio. En lo que al Perú respecta, además, no estaba bien definida la situación con Colombia y con Bolivia; es decir, en la frontera norte y en la frontera sur, ello gravitaba sobre la política. 
Para ellos la Patria había sido creada con la punta de su espada en Ayacucho, en Junín, en Matará. Deber y privilegio suyo era conducirla, defenderla, dirigirla, salvarla. Su actitud era análoga a la de los conquistadores ante los territorios donde se establecieron. Su vida nómada también era parecida a la de los conquistadores. Así como los conquistadores realizan el milagro del descubrimiento y de la conquista, así los libertadores realizan el milagro de la Emancipación para luego chocar entre sí en las guerras civiles. Es la misma ebullición de gente que improvisa su nombradía y su rango; análogo paso a través de lo increíble, desde los llanos de Venezuela a las serranías del Alto Perú, desde la pampa argentina a la puna peruana, atravesando ríos, desiertos, cordilleras y luchando no sólo contra la Naturaleza sino también con la enfermedad, con el hambre.

Pertenecían además, por lo general, a sectores sociales más cultivados y conscientes que los conquistadores, careciendo de los ciegos auxilios de la fe religiosa con que santificaron los conquistadores su aventura. No tenían que luchar con hordas bárbaras, sino con ejércitos veteranos que contaban con estrategas expertos y que estaban respaldados por el peso moral de una tradición que podía usar de todos sus poderes.

Y si la ambición personal jugó en los libertadores el rol que en los conquistadores tuvo la sed de oro, cuando después de la victoria vino el usufructo del botín, sus guerras civiles no surgieron para conservar encomiendas, para impedir la acción burocrática y legislativa de la Corona; resonaron en ellas, a veces, ideas de bien público y nacional.

Las clases sociales no podían poner un dique a esto. La incompetencia social de estas clases las convirtió, pues, no en un freno sino en un auxilio del caudillaje. El ansia de posiciones presupuestales, que las características de la vida económica de la época de escaso comercio e industrialismo acrecentaron, estimuló y prolongó la obra de los caudillos. Faltó, además, a las clases que daban el elemento humano en los combates, la conciencia necesaria para rebelarse contra su situación de “carne de cañón”. Y los doctores zahoríes, que habían encontrado fórmulas y silogismos para aplicarlas a la realidad inasible, buscaron también el amparo de los caudillos como el único recurso para no quedar en la impotencia. Por eso al estudiar la preeminencia del caudillaje en esta época hay que tomar en consideración tanto su propia capacidad arrolladora como la pasividad de la sociedad.

Presidentes del caudillismo

·El Mariscal Ramón Castilla durante su segundo gobierno como Presidente del Perú.
Asumió el gobierno por primera vez luego de la muerte del general Domingo Nierto por un corto período en 1844. Luego asumió en 1845 y gobernó hasta 1851; más tarde, de 1855 a 1862, y, finalmente, durante un breve periodo en1863.

·   Luis Miguel Sanchéz Cerro.
Ocupó la presidencia de facto del Perú a comienzos de la década de 1930, luego de derrocar al presidente Augusto B. Leguia, y fue electo un año más tarde para ejercerla de jure.
·     
        Manuel Arturo Odría Amoretti.

Llegó a ser Presidente del Perú desde 1948 hasta 1956.
·      
  Juan F. Velasco Alvarado.
Ocupó la presidencia del facto del Perú entre 1968 y 1975 en el autodenominado Gobierno Revolucionario del las Fuerza Armadas.

·   Óscar R. Benavides.
Presidente del Perú en dos ocasiones, de 1914 a 1915 y de 1933 a 1939.

· Ricardo Pérez Godoy.
    Gobernó como presidente de una Junta Militar de Gobierno, tras dar un golpe de estado a Manuel Prado Ugarteche a escasos diez días del fin de su periodo, frustrando de esa manera la elección del presidente que debía hacer el Congreso de la República en 1962. Dio inicio a un periodo de reorganización nacional cuyo principal objetivo era convocar a nuevas elecciones. Su período de gobierno fue breve y duró desde el 18 de julio de 1962 hasta el 3 de marzo de 1963

·   Nicolás Lindley López.
Fue un militar ypolítico peruano, que ocupó brevemente la Presidencia del Perú sucediendo al general Ricardo Pérez Godoy como jefe de la Junta Militar de Gobierno, del 3 de marzo de 1963 al 28 de julio de 1963.